Año tras año, durante New York Fashion Week, Chanel cita a sus más cercanos aliados para una visita al showroom de la marca en la tienda de la 57 con la Quinta Avenida, con el propósito de descubrir la colección Haute Couture que presentaron hace unos meses en París. Con aliados me refiero a los periodistas y bloggers que en cada oportunidad que tienen analizan y descifran los códigos de moda que Chanel reinventa con mucha visión, y sobretodo, misión. Esta es mi primera visita a esta presentación, y no pude evitar ver todo el proceso a través de un lente de película de antaño. Luces, cámara, acción...
En una escena que parece sacada de la versión moderna de Breakfast At Tiffany's, el Lyft me deja en la esquina de la icónica tienda, justo donde hace casi 60 años el taxi amarillo dejó a Audrey Hepburn vestida de negro; en la misma acera donde solo estaba ella, su desayuno y la vitrina más famosa del mundo. Mi realidad es mucho menos poética, pero no menos bella. Cientos de personas caminan por la avenida más deseada, tomando fotos, disfrutando, viendo hacia arriba con la boca abierta como si estuvieran en el Louvre.
Iba un poco tarde, pero no quería perder el glamour corriendo en Louboutins de 5 pulgadas por la calle que está llena de las tiendas más espectaculares del mundo. No es que se pueda tampoco, estamos hablando de unos So Kate, el zapato más combinable, pero también el más incómodo del mundo. El punto es que me saltaba el corazón. Mi novio y fotógrafo lo nota y se ríe entre dientes. El estaba feliz de que el clima se hubiera compuesto un poco para poder llevar chaqueta de lino al evento. No entenderá mucho de esto pero si sabe que se trataba de Chanel, y que su chaqueta de lino iba porque iba. Que belleza de hombre, francés al fin. Cruzo la calle donde no se debe y noto enseguida el edificio que dice N15 en la misma tipografía que el Chanel N5. Sonrío y no me sorprendo. Si algo admiro de la firma francesa es como el branding y la identidad de marca lo son todo. Lo noto en cada detalle del edificio.
Subimos. Se abre el ascensor en el piso 12 y me encuentro con lo esperado. Un espacio grande donde nos recibe una mesa de diseño con props que indican que estamos en un atelier. Los mismos implementos que usaría cualquier costurera en un taller de alta costura, muchos de los que tiene mi madre. Me acuerdo de Claribel y sus telas, y miles de alfileres enseguida. Como me habían advertido, la marca recrea el espacio exactamente igual a como decoraron el Gran Palais, en París, para el desfile. Para esta colección Karl Lagerfeld decidió darle protagonismo a las casi 200 personas que se encargan de trabajar en las colecciones de Alta Costura de Chanel. Es por eso que el sitio está decorado como un gran taller de moda. Me despierto de mi sueño y acto seguido una amable chica francesa del equipo de prensa empieza a hacer el recorrido por los racks que muestran las piezas icónicas de la firma.
Sublime. Solo así puedo describir ver el trabajo a mano más dedicado del mundo de cerca. Cada puntada está acabada a la perfección, cada layer está puesto uno encima del otro con inteligencia y propósito. La suavidad de las telas te hace sentir áspera en comparación con ellas, y las aplicaciones son perfectas en cada sentido. Tanto la manera en cómo combinan con la pieza en donde están colocadas y como se ven puestas. Chanel no solo cree en los detalles, es su punta de lanza. Es por ello que en donde menos lo esperas hay flores bordadas o dibujadas con canutillos. En la parte interior de las capas, en las faldas que están bajo blusas amplias… en fin, descubrir una pieza de vestir Chanel Haute Couture es como ir a una búsqueda del tesoro.
La paleta de color viaja desde los más suaves y delicados colores pasteles hasta una apasionante gama de rojo tinto y dorado. Al ser la presentación Fall Winter no pueden faltar los abrigos inmensos hechos con tweed inglés en tonalidades tierra. De igual manera los vestidos plisados, un clásico de la firma que se lleva poco crédito y protagonismo, complementan las piezas más femeninas. La sección de vestidos de noche me llevó a pensar en una mujer de alta sociedad que va en ver al Ballet Bolshoi en una fría noche en Moscú. Por mi parte yo me quedo con el hermoso vestido rosa de organza, manga larga, con el busto trabajado en flores de plástico cortadas con laser cut, y cosidas una por una, creando un bello jardín. Obviamente lo complemento con unos aretes de Vive Le Blanc.
Terminando el recorrido me encuentro con la espectacular Camila Coehlo, quien es más hermosa en persona. Me despido del hermoso mundo Chanel y de vuelta a la calle 57, con la quinta avenida de Nueva York. Me despierta de mi sueño un beso en la mano y la fabulosa sensación de estar viviendo la moda en carne propia.
Chanel, soñaremos el próximo año de nuevo.