Feminismo: más allá de la moda
He pensado muchísimo en el empoderamiento y en el feminismo los últimos meses. Unas cuantas lunas han pasado desde el lanzamiento de la canción Run The World de Beyoncé, con la cual empezó su discurso feminista y empezó un largo proceso de concienciación a los consumidores de la cultura pop. Unas cuantas más desde aquel revolucionario desfile de Chanel en el 2014, donde Karl Lagerfeld terminó la pasarela más vista del mes de la moda con una protesta donde aguerridas modelos cargaban letreros con frases como : “He for She”, “Ladies First”, y mi favorito “Women Rights Are Human Rights”, famosa consigna de Hilary Clinton cuando fue primera dama de los Estados Unidos. Esta y muchas referencias más resuenan en mi mente cuando le meto cabeza al verdadero significado del movimiento y lo mucho que lo necesitamos.
En pleno 2017, con Donald Trump y su retórica misógina en la más alta cúpula del poder mundial, el feminismo resuena en cada rincón del mundo donde alguien tiene como expresarse. La moda, uno de los espejos más importantes y claros de la realidad social, es una de las industrias más vocales sobre el tema, con diseñadores y figuras importantes como Rihanna y Maria Grazia Chiuri, diseñadora de Dior, dando cátedra de cómo darle poder al antes conocido como “sexo débil”. Pero, ¿puede de verdad la moda, una industria que por años dejó fuera a quienes no cumplían con cierto patrón físico, empoderar a la mujer y ser parte del verdadero feminismo? ¿O solamente es usado para capitalizar el renacimiento de esta “tendencia”?
Visto desde mi prisma, una mujer con curvas que desde que tiene 15 años se ha expresado en la moda sin complejo alguno y que ahora puede representar eso en televisión nacional panameña TODOS LOS DÍAS, la moda es el vehículo perfecto para construir amor propio. Y para eso es importante la representación. Siempre bromeo con que la mujer panameña no se atreve a probar nada si no lo ve en alguien más primero, pero lejos de ser un chiste, es una metáfora que nos grita que hay quien necesita verse reflejada en alguien más para dar primeros pasos en aceptación. Es muy difícil ser un o una iluminada y encontrarlo solo. Si bien vender colecciones es el gran objetivo, el mensaje que se mande en el proceso y como se decida representar ideales y statements es fundamental para avanzar como sociedad. La moda, con su maquinaria de dinero y mercadeo, tiene el poder de mandar mensajes contundentes y hacer cambios que lleven a más cambios en individuos. Las palabras de personas poderosas son importantes, resuenan en la gente, aunque a Trump le sepa a cake.
Contrario a lo que muchos detractores piensan, se puede hablar de moda y sus “reglas” sin tener que imponer nada a quienes la consumen. Revistas y blogs por igual tienen la responsabilidad de informar sobre nuevas tendencias y creaciones, pero depende del individuo la interpretación de cada una. Es ahí donde entra en juego la autenticidad y belleza de la moda: se trata de crear, imaginar y expresarse con los recursos que uno tiene.
Esto lo han demostrado grandes figuras, quienes han casado la moda con el feminismo desde hace mucho tiempo. Gabrielle Coco Chanel despojó a la mujer del corsé y le puso pantalones una sociedad donde era mal visto salirse del molde. Dolce & Gabbana creó una colección destinada en su totalidad a la mujer islámica y sus ajuares. Ashley Graham, la modelo plus size más famosa del momento, fue portada de VOGUE junto a Kendall Jenner y Emma Watson dejó claro que es su desición ser sexy y nadie debe tener que decir algo al respecto.
Y fue ella, la actriz de La Bella y La Bestia, que dijo algo muy sensato hace unos días. El feminismo no es un palo para pegarle a otras mujeres porque no piensen como nosotras. El feminismo es aceptación y abrazar a nuestra igual. Es darnos la mano cuando los demás nos dan la espalda. Ojalá solo fuera la espalda. En panameño puro, a la mujer en este país los hombres le dan “palo”, literal y figurativamente, y luego entre nosotras nos rematamos. De nuevo, no nos tiene que gustar todo y es una utopía que todas seamos amigas, pero el respeto debe ser la punta de lanza entre nosotras. Cada vez que una mujer agarra su teléfono y destroza a otra en redes sociales sin razón alguna regresamos a la prehistoria y atrasa el trabajo que se está haciendo. Un trabajo que ya de por si es engorroso y cuesta arriba.
Como nos lo demuestra Trump TODOS LOS DÍAS, destruir siempre será más fácil que construir. Pero empoderar es más fácil de lo que pensamos, y la moda puede ser nuestro gran aliado. Basta con atreverse poco a poco a salir del cascarón, eliminar los complejos que nos impusieron quienes nos querían ver sumisas y no criticar a quienes ya han logrado este paso. Es respetar las decisiones de quienes están a nuestro lado y no darle la espalda a quienes piden derechos y respeto. Respeto que se merecen solo por el solo hecho de ser y estar.
Pienso en el feminismo y siento paz, me lleno de esperanza. Despierta, mujer, y regálate todos los días el derecho de ser libre. Libre de ataduras mentales y del maltrato que llevas sorportando toda tu vida. Dátelo a ti y dáselo a otras.
En este duro caminar, resiste. No olvides que lo estoy caminando contigo.