A nivel general, la frase apropiación cultural no es conocida entre los panameños. Me bastó preguntarle a las personas más cercanas a mí y hacer una pequeña encuesta en Facebook para darme cuenta que la gran mayoría está nula en este tema. No voy a mentir, yo me enteré de la existencia de este término hace unas semanas cuando se volvió viral en redes sociales un artículo que acusaba a la famosa socialité Kylie Jenner de apropiarse de estilos de peinar y vestir pertenecientes a otras culturas, en especial de la afroamericana. Luego de ella el término se volvió popular y una gran cantidad de artistas, incluidas sus hermanas Khloe y Kim Kardashian, se vieron inscritas en esta lista de personas que no respetan menciona barrera cultural.
Para quien todavía está un poco perdido en cuanto a esta expresión, la apropiación cultural se define como lo que ocurre cuando cuando una cultura usurpa elementos de otra. Y aquí de seguro su cabeza formúla incógnitas como: ¿Y la pizza entonces no podemos comerla porque no es originaría nuestra?, entre muchas otros cuestionamientos básicos basados en la mezcla cultural que experimenta la sociedad desde antes que usted o yo estuvieramos vivos. Sin embargo, el tema es mucho más profundo que eso, y la problemática parte de las consecuencias que hay en apropiarse de una cultura de manera incorrecta. Vamos a enfocarnos en la apropiación cultural en la moda y belleza, que, además de ser mi especialidad, es un tema de muchos matices.
Desde que la moda es moda, los diseñadores se han inspirado en lo que está más allá de sus fronteras para crear sus propuestas. El mejor ejemplo de eso es cada una de las colecciones realizadas por John Galliano para Dior; las colaboraciones de Hermés con artistas originarios de los sitios de donde sacan inspiración como la realizada con el diseñador Sunita Kumar, y las creaciones de Lee Alexander McQueen, quien además de hacer gala de su vasta herencia británica, expandió sus horizontes hasta llegar al oriente. Todas alabadas y bien recibidas por la más férrea crítica por la respetuosa forma en que fueron presentadas, la investigación que se llevó a cabo a priori y la atención a los detalles. Así mismo, marcas de moda como DSquared hacen colecciones vagamente inspiradas en comunidades originarias anglosajonas con estéticas populares que representan, y encasillan, al indígena de la región en las mentes poco culturizadas: el estampado tribal, la piel de animales, entre otros. Entonces, ¿qué está bien y qué está mal?
Leyendo a grandes periodistas y activistas defensoras de las minorías, encontré que “una de las razones por la que la apropiación cultural resulta nociva es que, en ocasiones, tiene el poder de crear estereotipos sobre la cultura origen entre la gente. También puede mostrar una versión en su mayor parte creada por personas que no provienen de esa cultura y que, en definitiva, es errónea”. Esto tiene todo el sentido del mundo cuando además lees los comentarios de la comunidad afroamericana en Estados Unidos que aseveran que estas características por las que toda la vida las han insultado: labios y cuerpo voluptuoso, cabello trenzado o con afro, estampados estridentes, entre otras, ahora son las cirugías y estilos más solicitados en esa misma comunidad que las ofende.
Llevando el tema a un plano más global y masivo como lo son las tendencias de belleza, el problema no es que Kylie Jenner o Kim Kardashian usen trenzas, el problema es que no se reconozca de donde vienen esas trenzas o las personas detrás de esa cultura. En este caso, la cultura afroamericana es muy divertida hasta que se vuelve seria y toca temas delicados como: el abuso policial, segregación en pleno siglo XXI; de los cuales ninguna de estas celebridades habla. En palabras de Kadia Balgrove, periodista cultural del Huffington Post, el problema es la preferencia general de la cultura negra sin la gente negra, y la respuesta está en la correcta representación de la cultura real por los medios de comunicación.
Siendo más clara y respondiendo a mi pregunta anterior, la delgada línea que separa la apropiación cultural de la inspiración es el respeto que se le da a la cultura que se representa y la cantidad de investigación que se hace antes sacarla al mercado. Si vamos por la vida siendo demasiado políticamente correctos nos perderíamos de la belleza que da como resultado de que un genio de la moda interprete y rinda homenaje a estéticas que ya conocemos de otros lares pero ahora disfrutaremos desde su prisma. Ver como en una pasarela cobra vida la idea de un creador como Galliano, quien es máximo conocedor del craft couture, es una de las razones por lo que la moda es considerada arte.
Ahora, ¿esto puede pasar en Panamá? ¿Se puede ofender a un grupo cultural con apropiación cultural, cuando todos tenemos antepasados de todos los colores y formas? Desde que tengo uso de razón he sabido que soy una mestiza, una mezcla entre indio y español que en mi familia se nota más de un lado, que de otro, porque así funciona la genética. Lo europeo se nota en mis facciones finas y color de piel, pero el indio se ve en el tamaño de mis caderas y piernas y el ancho de mi espalda. Así mismo, muchos panameños a simple vista “blancos” tienen antepasados negros y han vivido toda su vida rodeadas de esa música caribeña y platillos cocinados por una abuela que llegó de las antillas. Entonces, ¿esas personas no pueden hacerse unas trenzas en el cabello o bailar congo? ¿Quién dictamina qué tan blanco o que tan negro eres?
La belleza de moda es su capacidad de transformación. Con la simple escogencia de una pieza puedes lograr evocar a tu diva de antaño favorita o empoderarte… la moda y la belleza acompañan la personalidad y es, en su uso más puro, una forma de expresión constante y de mucho valor. La industria tiene la capacidad y responsabilidad de salir de su ignorancia y demostrar respeto a quienes son fuente de inspiración y consumidores.
Soy fiel creyente de lo que expuse más arriba: mientras se explore con respeto y crédito a aquellas culturas que nos inspiran, tendremos como resultado hermosas piezas de expresión artística llenas de riqueza y con capacidad de trascendencia. ¿Un bordado de pollera hecho por una santeña en un vestido couture? Si y mil veces si.