Un poco de historia y lágrimas.
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Siempre me llamó la atención la estructura imponente del Instituto Oncológico Nacional ubicado en el corregimiento de Ancón. Esta arquitectura es solo un detalle junto a las demás que se alzan bajo la sombra de árboles frondosos, naturaleza viva y uno que otro ñeque. Cada casa, condominio, duplex y edificio del gobierno se complementan para crear una estética que grita "USA-ARMY" desde lo alto de un palo de mango, pero que de alguna manera está rodeada de identidad panameña.
Estas fotos, tomadas por mi madre, fueron el inicio de la serie de shoots que realicé en Quarry Heights y en la entrada del cerro.
Más allá del misterio y la tranquilidad casi tangible que se siente en esta área que en algún momento fue territorio ajeno en nuestro propio suelo, la arquitectura del lugar te invita a imaginarte otra ciudad dentro de la Ciudad de Panamá. Y es que así fue. Sin más.
No puedo evitar acordarme de todas las historias que me ha contado mi padre sobre como era una exclusividad entrar a lo que era la Zona del Canal, y que solo algunos privilegiados tenían la potestad para cruzar un muro, para algunos imaginario, que dividía dos mundos muy diferentes. Donde el aire era diferente, donde el panameño actuaba diferente. Donde el hecho que un blanco de cabello rubio mandara era suficiente para darle un matiz de respeto a lo que algún día volvería a ser nuestro.
Ahí, de pie en la acera, rodeada de monumentales edificios construidos por la mente de un estadounidense, me pongo a pensar como la imagen de esta ciudad imaginaria se iba adentrando en la Ciudad de Panamá hasta llegar a las barracas poco poéticas del Chorrillo.
Me gustaría creer que hasta ahí llegó su influencia.
Si bien es cierto que la arquitectura que se ve en áreas revertidas es hermosa, me pongo a pensar que lo es porque está rodeada de todo lo que aportó Panamá a las intensiones americanas en el Istmo. Que una casa en Heights es bella por la veranera rosada que crece a su alrededor, o que los edificios grandes se ven menos sombríos por la gran palmera que está en la entrada.
Yo prefiero quedarme con Casco Antiguo y sus alrededores, hogar de esa parte de la sociedad que vivía excluida de un mundo al que tenían tanto derechos como los anglosajones. Me quedo con la mujer que fríe pescao, con la señora de los mil gatos y con las escasas celosías que todavía descansan en la parte superior de cada puerta. Me quedo con el romanticismo del malecón y la historia que alberga Las Bóvedas.
Por desgracia o por fortuna, no estoy segura de cuál de las dos, la influencia norteamericana en nuestro país es más que algunos edificios altos y uno que otro Jeep de trabajo. El crisol de razas que bendice nuestra tierra hace que todas esas "gringadas" que hablamos, celebramos o expresamos, sean tan parte de nuestro día a día como un "carajo", "dale 'e aquí" o "vete pa la....".
En mi concepto tendremos que convivir con esta identidad dual mientras la vida se llame vida, pero darle prioridad a tradiciones o detalles de nuestra cultura pueden darle el sitial que se merece a lo que verdaderamente es nuestro.
Un día como hoy un grupo de jóvenes decidió que no estaban de acuerdo con la situación que vivía la identidad nacional, y decidieron arriesgar su vida, al final perdiéndola, por darle prioridad a eso a lo que le damos la espalda todo el año a excepción de noviembre o cuando juega la Selección Nacional de Fútbol.Sentirse panameño cuando un tamborito o un pasillo suena no tiene precio, y aunque nunca te vayas a poner una pollera o un montuno, darle un espacio a esas tradiciones en nuestra vida hará que se mantenga viva la intención de Ascanio y la valentía de aquellos que murieron intentándolo.
Duele escuchar que Panamá no tiene identidad cuando un día como hoy alguien creyó que era importante acabar con la opresión que no dejaba que nuestra tricolor estuviera en un sitio importante en el lugar que merecía.
Sí, la Ciudad de Panamá tiene mil influencias en las que cualquiera se puede perder, y si, la ciudad fue construida casi en su totalidad por manos extranjeras, pero nuestro lugar seguro, esa zona de confort que todos debemos tener, está cruzando el puente o cuando miramos a un santeño con sombrero pintao y a la "pedrá" tomar un Metro Bus.
Yo se muy poco, para no decir nada, de arquitectura. Solo se identificar las diferencias entre un lugar y otro, pensando que tal vez el orgullo de ser de aquí debe ser igual a la convivencia entre ambas estéticas arquitectónicas. Por un lado el estilo "gringo" se mantiene erecto en el área que algún día solo pisaron los americanos, sirviendo a personas panameñas; mientras que Casco Antiguo es el hogar de todo americano bohemio que decida venir a esta maravilla de país, con la única primicia de que Panamá es un sitio que tiene más que ofrecer que el lugar de donde vienen.
Panamá es eso y es lo otro. Panamá se puede dar el lujo de decir que es un crisol de razas, pero más allá de ese orgullo, está el de decir que tenemos música tradicional, un traje típico de ensueño y un corazón que late por los tres colores que defendieron los mártires.
A mi parecer, ser panameño 24/7 es honrar a nuestro país siendo mejores personas y cuidándolo, es la mejor manera de respetar la memoria de aquellos que creyeron que este país valía la pena. 49 años después sigo creyendo que este país vale la pena.
xx
Alex