Desde que estaba muy pequeña conozco este lado del país. Por vueltas del destino y la vida, mi abuela Nereida compró terrenos en Costa Arriba de Colón, específicamente en el área del Cruce de La Unión Santeña. Al inicio, a nadie le gustaba ir... era demasiado para una familia citadina con algunas visitas esporádicas a Pocrí, Los Santos. Yo siempre me quejaba de que no había playa cerca, la única que visitábamos estaba a muchos kilómetros a la derecha, después de donde el viento dio la vuelta, por lo que era tedioso tener que hacer el viaje por un camino de tierra, casi incierto.
Años después de esos episodios, las cosas han cambiado y la civilización llegó al área. Todavía la finca sigue estando a la misma distancia de la playa, pero esta vez no ir sería un pecado.
Gracias a las buenas conexiones de mi tía, conocimos a los dueños de una finca que cambia la perspectiva que cualquiera pueda tener de Viento Frío, primer pueblo que visitamos. Yo tengo el concepto, que es muy cierto, de que Viento Frío es un pueblo algo sucio, con gente que no cuida lo que tiene. No contaba yo con que a unos metros de la entrada al sitio, hay una finca privada que roba el aliento de cualquiera. Se las presento.